Un escarabajo atrapado en ámbar da pistas sobre movimientos tectónicos

Un escarabajo fósil, atrapado en una pieza de ámbar birmano hace casi 100 millones de años, encierra pistas para comprender la forma del mundo actual.

En 2016, el investigador del Museo Field de Historia Natural (Chicago) Shuhei Yamamoto obtuvo la pieza. Después de cortar y pulir el ámbar, Yamamoto determinó que el insecto, más pequeño que la parte final de un cargador de iPhone, era una nueva especie para la ciencia. El escarabajo es un pariente de insectos vivos que viven bajo la corteza de los árboles, y está dando a los científicos pistas sobre cómo se organizaron las masas terrestres de la Tierra hace millones de años.

“Este es un hallazgo muy raro”, afirma Yamamoto, autor principal de un artículo sobre la nueva especie publicado en ‘Journal of Systematic Paleontology’. El escarabajo fósil es uno de los miembros más antiguos conocidos de la familia. Su nombre, ‘Propiestus archaicus’, se refiere al hecho de que es un pariente antiguo de los escarabajos rove en el género Piestus que hoy domina América del Sur, informa EurekAlert.

Mientras que el dinosaurio vagó por la Tierra hace 99 millones de años durante la era del Cretácico Tardío, ‘Propiestus’, con su cuerpo aplanado y sus patas cortas, estaba ocupado conquistando el césped más pequeño debajo de la corteza de los árboles podridos. Sus largas y delgadas antenas fueron la pista clara para Yamamoto de que ‘Propiestus’ vivió en este entorno, similar a los escarabajos de la comarca.

“Las antenas probablemente tenían una habilidad altamente sensible como órgano sensorial”, señala Yamamoto. Las estructuras similares a pelos más pequeñas unidas a las antenas habrían aumentado su capacidad para sentir su entorno. “No habría habido mucho espacio disponible en el hábitat del escarabajo, por lo que era importante poder detectar todo”,explica.

‘Propiestus’ es solo uno de los cientos de miles de inclusiones en ámbar birmano, un concepto empleado para los objetos atrapados dentro del ámbar, que los científicos han investigado exhaustivamente durante los últimos 15 años. Muchos pequeños insectos que vivieron durante el Cretácico se encontraban en un árbol que envolvió a los insectos y los endureció en ámbar.

Los insectos están atrapados en el fósil y han permanecido congelados durante millones de años. El ámbar endurecido, cubierto por tierra, hojas en descomposición y otros materiales orgánicos, eventualmente se mezcla con su entorno. Los pequeños grupos de aspecto de ámbar sin pulir parecen rocas, lo que significa que solo los experimentados en la identificación de ámbar, en su mayoría mineros locales, pueden encontrarlos.

Después de que los mineros extraen el ámbar, los conjuntos se venden al comercio de joyas o a científicos como Yamamoto para estudiar las inclusiones. Para el pedazo de ámbar de Yamamoto, este investigador usó papel de lija para pulir con cuidado el ámbar lo suficiente como para ver claramente a ‘Propiestus’.

Myanmar estuvo en el hemisferio sur

Yamamoto y sus colegas estudiarán el escarabajo y determinarán a sus parientes vivos más cercanos. Los primos del escarabajo rove ‘Propiestus’ viven hoy en América del Sur, con la excepción de una especie en el sur de Arizona. Myanmar, donde se encontró ‘Propiestus’, está literalmente al otro lado del mundo desde estos lugares. Pero no siempre ha sido así.

Hace millones de años, Myanmar y Sudamérica estaban realmente cerca uno de otro, todo fusionado junto como parte del megacontinente Gondwanaland, que se formó cuando el anterior megacontinente Pangea se separó. Gondwanaland finalmente se rompió, ayudando a formar los continentes que reconocemos hoy en un mapa.

Los científicos tienen una idea clara de cuál de los continentes y subcontinentes habría constituido Gondwanaland y cuál habría formado su continente hermano, Laurasia. Sin embargo, el calendario detallado y el patrón de la división de Gondwanaland en continentes más pequeños es discutible. Buscar evidencia de apoyo o de contraste significa analizar fósiles, tan pequeños como ‘Propiestus’ para comparar sus similitudes con otros organismos descubiertos en todo el mundo.

“Al igual que los koalas y los canguros, algunos animales que creemos que vivían en Gondwanaland se encuentran solo en una parte del mundo. Aunque ‘Propiestus’ se extinguió hace mucho tiempo –afirma Yamamoto–, nuestro hallazgo encaja bien con la hipótesis de que, a diferencia de hoy, Myanmar estuvo una vez en el hemisferio sur.

“Muchas inclusiones en el ámbar birmano que se han investigado en los últimos 15 años, incluido ‘Propiestus’, muestran signos que exhiben rasgos en común con los insectos de Gondwanaland. Al estudiar estas pequeñas criaturas atrapadas en el ámbar, estamos encontrando respuestas a las preguntas que rodean la estructura de la Tierra y la vida que sustentó hace millones de años. Este fósil nos ayuda a entender la vida en la era Mesozoica –dice–. Tenemos que pensar en todo a partir de ese tiempo, tanto grande como pequeño”.

Fuente: europapress.es