La nanotecnología logra imitar el color de la tarántula azul

 

Por su hermoso y único color, la gente puede pagar hasta 500 dólares por un ejemplar de tarántula azul (Poecilotheria metallica) en EU. Pero la coloración de esta araña, en estado crítico de conservación, intriga a los científicos porque se forma de la misma manera que las alas de una mariposa o las plumas de un pavo real, es decir mediante microestructuras, pero en su caso no varía con los reflejos de luz o desde diferentes ángulos de visión.

Ahora, un grupo internacional de científicos, liderado por la Universidad de Akron (EU), ha logrado replicar el atractivo color de esta tarántula de forma artificial produciendo una coloración estructural no-iridiscente. El estudio, publicado en la revista Advanced Optical Materials, permitirá aplicar esta coloración en la industria textil con beneficios para el medio ambiente.

Los pelos de la tarántula azul, originaria de una pequeña zona del sur de la India, son los que le proporcionan este característico color sin mostrar iridiscencia ni cambiar de tonalidad con el movimiento. Para los científicos, esto se debe a que su estructura no es regular. Sus pelos están formados por varias capas con una nanoestructura de flor que logran mantener el color con independencia del ángulo de visión.

Para replicar el sistema, el equipo creó modelos de estructuras como los de los pelos de la tarántula azul con nanoimpresoras 3D, y así analizó su comportamiento al reflejar la luz. Como resultado, los investigadores lograron que esta réplica reprodujera el mismo color en un ángulo de 160 grados.

Un sistema de coloración no tóxico

Según Radwanul Hasan Siddique del Instituto Tecnológico de Karlsruhe (KIT) en Alemania, los hallazgos podrían aplicarse en la industria textil a corto plazo, sustituyendo los colorantes basados en pigmentos por esta nueva técnica.

“Esto podría ser el primer paso hacia un futuro donde los colorantes estructurales reemplazan los pigmentos tóxicos utilizados en la actualidad en la industria textil, cosmética y el embalaje”, concreta Hasan Siddique, que ahora investiga en el California Institute of Technology. Estas industrias, basadas en colorantes con pigmentos, producen un gran impacto medioambiental por la contaminación del agua en la que acaban esos elementos.

Para Hendrik Hölscher, también investigador del KIT, la adaptabilidad de la impresión 3D es el mayor reto para su uso en la industria. Solo unas pocas empresas en el mundo son capaces de producir estas nanoestructuras de manera económicamente viable. Sin embargo, el rápido desarrollo en este campo resolverá pronto el problema.

Fuente: SINC