La ciencia descubre al gen ‘culpable’ de las caras planas de los perros pug

Es posible que no haya raza de perro que genere tantas opiniones divididas como el pug, o carlino. A muchos les encanta y parece tierna su cara plana y arrugada, su mirada de “yo no fui” y el sonido que hace al respirar. A otros sencillamente el aspecto del perro no les agrada. Y finalmente está un tercer grupo, que cree, justificadamente, que la modificación genética de los pug a manos de los despiadados humanos ha condenado a estos ejemplares al sufrimiento (dificultad al respirar, una mandíbula pequeñísima y párpados que protegen muy mal a sus ojos saltones).

Un reciente estudio, publicado en Current Biology, ha permitido por fin a los científicos hacerse de una idea sobre la genética que ha convertido a estos caninos en lo que son hoy.
Los pug pertenecen a la categoría de los braquiocefálicos, una categoría que comparte con otros tantos perros con la cara casi plana como los bulldogs, boston terrier, shi tzu o pomeranian. Por siglos, han sido apareados selectivamente para que sus hocicos se empequeñezcan y sus bocas se ensanchen. El rostro de su cara, ya lo dijimos, les genera dificultades para respirar y sus ojos son fáciles de lastimarse.

“El gen responsable”

Un grupo de científicos hizo tomografías computarizadas de 374 perros mascotas en clínicas veterinarias. Usando estos escaneos, los investigadores hicieron reconstrucciones craneales en 3D de los rostros por lo que pudieron mapear y medir las características del perro. Estos comprobaron, como era previsible, que el tamaño de las narices variaba de raza en raza y agruparon a los animales. En un extremo del espectro estaban los smooth collies (un tipo de perro pastor con hocico largo) y por el otro lado estaban los pugs.

Comparando la información genética de los perros con las medidas de los cráneos mapeados investigadores descubrieron las variaciones genéticas que ocasionaban los distintos tipos de longitud craneal. Muchas eran comunes entre los perros de cara plana, incluyendo una mutación que suprimía el gen llamado SMOC2. El gen codifica una proteína que ayuda a las células a pegarse a las cosas, multiplicarse y reconstruir el tejido. De hecho, en los peces se sabe que ayuda al normal desarrollo facial. Aparentemente, algo similar ocurriría con los perros, indica el trabajo. Mientras mayor es la presencia de esta mutación supresora del SMOC2, más plana es la cara del perro.

Es probable, da cuenta el trabajo, de que haya otros genes envueltos, ya que la mutación relacionada al SMOC2 tenía que ver con un poco más de un tercio de las diferencias en el rostro analizadas. Se conocería más a ciencia cierta suprimiendo el gen SMOC2 de perros normales para ver cómo afecta esto a sus crías, y cuántos de estas acaban creciendo como pugs. Un experimento que terminaría siendo algo cruel, pero en nombre de la ciencia, justificable.

“Hallazgo ayudaría a humanos”

Por ejemplo, el trabajo podría arrojar luces sobre ciertos niños que crecen con braquicefalia. De acuerdo a los autores, examinar los cambios de estos niños y su relación con el gen SMOC2 podría ayudar a tratar esta condición.

Un reciente estudio publicado en la revista Cell Reports, describe un nuevo árbol genealógico de los perros con más de 160 razas que revela la historia evolutiva del animal e incluso la de ciertos males que comparte con su mejor amigo, el hombre. Entre otras cosas, se constató que las razas de perro peruano y xoloitzcuintli son los únicos caninos que existieron en América desde tiempos precolombinos.

Fuente: nmas1.org