Hormigas, terremotos y anarquía; la belleza de los sistemas auto-organizados

Dr. Enrique Reynaud Garza

Contacto: enrique@ibt.unam.mx

Uno de los fenómenos biológicos más difíciles de explicar es el altruismo, aunque en la naturaleza existen muchas comunidades biológicas que lo practican continuamente. Entre los organismos que presentan el altruismo como estrategia adaptativa, se encuentran los insectos sociales quienes incluyen a las termitas, las hormigas, las abejas y las avispas. Es muy interesante que otro grupo de animales que practica intensivamente y con gran éxito el altruismo es el Homo sapiens es decir, nosotros los seres humanos. El descomunal éxito de las especies altruistas demuestra que esta estrategia tiene un alto valor adaptativo y es positivamente seleccionado a lo largo y ancho del ecosistema terrícola. Una de las pro-piedades inherentes a los organismos sociales es la “auto-organización”. La auto-organización es un fenómeno muy interesante debido a que es, lo que los científicos que estudian los sistemas complejos llaman una propiedad “emergente”, es decir, a partir de una serie de reglas simples se generan comportamientos extremadamente complejos y adaptables.

Existen muchísimos ejemplos de auto-organización, uno de los más fáciles de entender es el patrón de vuelo de las parvadas de pájaros. En una parvada, los pájaros cambian de dirección y reaccionan dinámicamente, por ejemplo ante el ataque de un depredador, de manera coordinada y ordenada evitando choques e impactos. Lo sorprendente de este comportamiento es que emerge a partir de sólo tres reglas muy simples que los pájaros tienen que seguir:

  1. Si mis vecinos se alejan de mí, me acerco a ellos.
  2. Si mis vecinos me acercan demasiado, me alejo de ellos
  3. Si las distancias se mantienen constantes mantengo la misma trayectoria.

Utilizando esas tres reglas se han podido simular parvadas muy convincentes utilizando computadoras.

Todos nosotros hemos observado con fascinación cómo se organizan hormigueros y panales. Los etólogos han estudiado por muchos años a estos sistemas y han descubierto que casi toda la organización de un panal con cientos de miles de abejas que tienen trabajos específicos, también es regulada por conjuntos de reglas tan simples como las que regulan el vuelo de los pájaros en parvada.

Estos ejemplos de sistemas auto-organizados, nos lleva a la respuesta de la sociedad mexicana a las catástrofes del 19 de septiembre de 1985 y del 2017. El 21 de septiembre del 2017, dos días después del terremoto, el periódico “Los Angeles Times” publicó: “Los mexicanos no cuentan con el gobierno para que los rescate. Se están salvando ellos solos (Mexicans aren’t counting on the government to rescue them. They’re saving themselves)”. Si bien es trágico que el pueblo mexicano no pueda confiar en el gobierno, es extremada-mente interesante desde el punto de vista social y biológico estudiar cuál fue la respuesta de los ciudadanos y cómo fue que se organizó.

Probablemente la mejor manera de analizar lo que pasó inmediatamente después del terremoto sea cronológicamente.

Durante el terremoto y los primeros minutos que lo siguieron, la prioridad fue evacuar los edificios y sobrevivir. Aquí cabe mencionar que treinta y dos años de simulacros de sismo y evacuación rindieron fruto. Si en el 2017 hubo un número mucho menor de muertos que en 1985, esto se debió en parte a que la sociedad estaba educada y entrenada para evacuar de manera eficiente y ordenada. Este conocimiento y educación, aunado a la adopción de diferentes códigos en las nuevas construcciones, fueron críticos y literalmente salvaron miles de vidas. Esta es una instancia donde se ve que la educación es invaluable para la sociedad. Una vez que los individuos lograron escapar de los edificios en riesgo, empezó la evaluación de la situación por estos mismos individuos y la respuesta a ésta. En cuestión de minutos, ciudadanos comunes identificaron los peligros inmediatos y las acciones más urgentes de rescate. Sin ninguna intervención de la autoridad se organizaron en cuadrillas y rescataron a miles de personas en situación de emergencia. Claramente y a mucho orgullo, la sociedad mexicana emuló a las hormigas que responden de manera inmediata y altruista para salvar la colonia. De la misma manera, la gente estaba dispuesta a sacrificar tiempo, esfuerzo e integridad física para ayudar a perfectos desconocidos.

Unas horas más tarde, los esfuerzos de ayuda por parte de la sociedad civil se intensificaron y aumentaron en magnitud y complejidad, las personas empezaron a donar insumos y recursos: comida, ropa, agua, herramienta y maquinaria, todo en función de la voluntad y recursos de in-dividuos que actuaban de manera independiente y altruista. El volumen de ayuda recaudada en las primeras horas fue apabullante, cientos, si no es que miles de toneladas de ayuda fueron dona-das. El aumento en la complejidad fue enorme y sin embargo, la capacidad de auto-organización también aumentó.

Transportistas de todo el país se involucraron y mandaron tráileres enteros de ayuda, no sólo a la ciudad de México sino también a Oaxaca, Puebla y Morelos. Cada tráiler cargaba alrededor de treinta toneladas de ayuda. Entre el caos, la urgencia y la necesidad de distribuir esta ayuda, los tráileres se cargaron azarosamente, la carga se iba acumulando conforme iba llegando, así que a todo lo largo de la caja del trailer se encontraban de manera totalmente desorganizada: comida, agua, ropa, granos, insumos de limpieza, herramientas, etc. ¿Cómo organizar de manera eficiente 30 toneladas de artículos variados? Una vez más, la auto-organización resolvió el problema. Cuando un tráiler llegaba a un punto de descarga, cientos de ciudadanos se juntaban. Los más fuertes se subían a la caja del tráiler y comenzaban a descargar lo que encontraban, gritando qué era la carga que cada uno llevaba, exactamente como hormiguitas; afuera, el resto de los ciudadanos también se dividían de acuerdo a su fuerza física y los más fuertes recibían los objetos más pesados como el agua, costales de grano y cajas enteras de insumos y los menos fuertes recibían cosas más ligeras, como ropa, galletas, y cajas pequeñas. Estos grupos se dividían en filas y transportaban y clasificaban la ayuda de manera paralela de tal manera que al tiempo que el tráiler terminaba de ser descargado, todo su contenido estaba más o menos categorizado y organizado; todo este proceso duraba aproximadamente hora y media.

Una vez que la ayuda llegaba a los centros de acopio organizados por instituciones civiles tales como escuelas, universidades y hospitales, ésta tenía que ser redistribuida en paquetes mejor organizados y más pequeños, tales como despensas, paquetes de ropa, paquetes de material de curación, medicinas, etc. Para lograr esto, el proceso de auto-organización se repitió dentro de los centros de acopio. Grupos de personas se ordenaban en filas y los distintos insumos se reorganizaron en estos paquetes más manejables y ordenados destinados ya para los usuarios finales, los damnificados. El último paso de auto-organización consistió en la distribución de estos paquetes a las comunidades afectadas. La distribución de los insumos a la comunidades afectadas fue coordinada y supervisada por los miembros de las instituciones que organizaban los centros de acopio, al principio se daban de manera indiscriminada a cualquier individuo que las pedía; pero, al ser detectados algunos actos de abuso por in-dividuos sin escrúpulos, se instituyeron rápidamente sistemas de acreditación de vehículos y de monitoreo de la entrega de la ayuda a los destinos designados. Aquí cabe mencionar que los sistemas de comunicación des-localizados tales como la telefonía celular y los sistemas de mensajería electrónica permitieron a las comunidades e instituciones civiles identificar necesidades y recursos y distribuirlos de manera más o menos racional.

Cabe mencionar que todo este sistema de organización se dio mucho antes de que el gobierno y las autoridades oficiales lograran responder a la crisis de manera efectiva. También es importante hacer énfasis que la organización social efectiva en ausencia del poder público (como sucedió en México después de los terremotos) es la definición política de anarquía. Es importante estar conscientes que las autoridades son lentas y poco eficientes para distribuir ayuda y hay casos en los que interfirieron más de lo que ayudaron. Asímismo, existieron ejemplos donde las autoridades intentaron aprovechar y secuestrar la ayuda proporcionada por la sociedad civil para propósitos electorales y políticos. La frustración de la sociedad ante los poderes políticos se manifestó intensamente con la exigencia de utilizar los recursos destinados a las campañas políticas para la reconstrucción de las comunidades afectadas por el sismo. Además, los medios de comunicación tradicionales, en su afán de aumentar el “rating” tampoco fueron de gran ayuda e incluso hubo algunos casos en donde propagaban información sensacionalista y falsa como es el caso de la inexistente niña Frida Sofía.

¿Cuáles son las lecciones que podemos aprender de la tragedia del sismo del 19 de Septiembre del 2017?

Primero que nada, aprendimos que una sociedad educada con valores humanísticos es capaz de responder de manera muy rápida y eficiente a crisis humanitarias extremadamente agudas. La organización de pequeños grupos ciudadanos es mucho más efectiva que la de grandes instituciones como la policía y el ejército. Obviamente existen situaciones que necesitan grandes cantidades de recursos humanos y materiales que sólo pue-den ser resueltas por este tipo de organizaciones, pero los ciudadanos estamos conscientes que en algunos hay errores en sus acciones, por lo que la operación de las instituciones policiales tiene que ser reorganizada y supervisada para garantizar que sus actividades sean por el bien de la sociedad civil y no de grupos en el poder. Las autoridades políticas tienen la obligación de organizar y distribuir la ayuda a largo plazo pero debido a los abusos comprobados que han hecho, deben ser escrutadas y supervisadas intensivamente por la sociedad civil. Además, es deseable que los recursos a las campañas políticas deben ser reducidos y redirigidos a la construcción y mantenimiento de la infraestructura social.

Finalmente, en un contexto donde el aumento en la población y el cambio climático garantizan nuevas catástrofes ecológicas y sociales, es claro que hay que inculcar en la sociedad los conceptos de altruismo, bienestar social, bien común, respeto al derecho ajeno y autosuficiencia, lo nos permitirá tener una sociedad más igualita-ria y responsiva que estará mejor preparada para contender eficientemente con futuras catástrofes.

Fuente: Revista Biotecnología en Movimiento