El cangrejo que tiene la cara de un samurái dibujado en el dorso

Según el Heike Monogatari (la saga o epopeya del clan Heike), el espíritu de estos samuráis vive aún en las profundidades del mar, encarnado en una especie de cangrejo local (Heikea japonica) cuyo caparazón semeja el fiero rostro de un guerrero japonés.

Algo que existe gracias a una adaptación estética al entorno provocado por el ser humano.

Selección natural estética

¿Casualidad? No, selección darwiniana propiciada por los pescadores supersticiosos, que devolvían al mar todos los ejemplares cuyo dibujo se pareciera ligeramente a un samurái, tal y como explica Richard Dawkins en El cuento del antepasado:

“Dando como resultado que, al cabo de las generaciones, los genes que daban lugar a motivos simulares a un rostro tenían más probabilidades de sobrevivir en los cuerpos de sus cangrejos. La frecuencia de tales genes aumentó de tal forma en el acervo de la especie que hoy en día son la norma”.

La cara en los caparazones es también un ejemplo de pareidolia, el fenómeno psicológico por medio del cual la mente tiende a formar imágenes reconocibles a partir de un estímulo aleatorio. Como al mirar las nubes del cielo y ver un conejo.

Fuente: xatakaciencia.com