Colombiano detrás de la primera y más avanzada vacuna contra la malaria

Desde el año pasado, Aponte Barón se vinculó a la Organización Mundial de la Salud y trabaja ‘codo a codo’ con el científico español Pedro Alonso para desarrollar la vacuna conocida como Mosquirix, la más avanzada del mundo, con un índice de eficacia del 40 %, y que se probará en África a partir del 2018.

Antes de eso, el científico prestaba sus servicios en un centro de investigación en España que trabajaba con otro en Mozambique, donde se han desarrollado varias fases de esta vacuna.

Interrogado por La W sobre si esta vacuna tenía algo que ver con las investigaciones del doctor Manuel Elkin Patarroyo, Barón dijo que no: “Son estudios distintos de una vacuna que ha sido desarrollada por una compañía farmacéutica que se llama GSK y que lleva más de 30 años de investigación. Esta vacuna ha sido desarrollada en colaboración con fundaciones como la Iniciativa de Investigación de la Malaria, que ha ayudado en el desarrollo de este producto”.

“La vacuna hasta el momento en todos los ensayos que se han realizado ha mostrado ser bastante segura y tiene un perfil similar al de cualquier otra vacuna: siempre puede haber alguna reacción alérgica… pero no se ha visto con este producto”, destaca Aponte Barón.

Los países en los que será probada a gran escala serán Kenia, Ghana y Malaui, anunció el lunes la Organización Mundial de la Salud (OMS), que espera vacunar a 360.000 niños entre 2018 y 2020.

Este “programa piloto” será probado en 3 países que ya participaron en precedentes pruebas de la misma vacuna, aunque a menor escala.

Según cifras de la OMS, África es el continente más afectado por la malaria, con el 92 % de las 429.000 muertes registradas en el mundo en 2015 por esta enfermedad, también llamada paludismo, que se transmite por mosquitos.

“Esta vacuna tiene un desarrollo bastante largo y tiene un eficacia que ha sido evaluada por un organismo externo, de forma que ha recibido el visto bueno de la Agencia de Medicinas Europea, que ha dado una opinión científica positiva y ha evaluado la calidad de la vacuna y sus riesgos y beneficios desde un punto de vista regulatorio”, comenta el doctor Aponte.

El científico bogotano explica que Mosquirix también ha sido evaluada por comités de la Organización Mundial de la Salud, tanto el de vacunación como los que elaboran las políticas de la malaria, y han concluido que la vacuna debe continuar su evaluación futura y se propone su implementación en varios países de Europa.

Mosquirix actúa contra el plasmodium falciparum, la variante más mortal del parásito responsable de la malaria, pero no garantiza una inmunización. “Es un arma más entre las demás”, asegura Matshidiso Moeti, directora para África de la OMS.

“Las informaciones obtenidas en este programa piloto nos ayudarán a tomar las decisiones para una utilización más amplia de esta vacuna”, agregó Moeti, en víspera de la jornada mundial de la malaria.

La vacuna, cuyo desarrollo se inició en los años 1980, actúa al menos durante 4 años y medio.

En cuanto a la enfermedad en Colombia, Aponte dice: “Tenemos 2 especies, el falciparum y el P. vivax, con lo que es una herramienta que viene a complementar otras existentes para el control de la malaria, como los mosquiteros impregnados, los rociamientos intradomiciliarios y, por supuesto, el tratamiento oportuno contra la enfermedad (cuando ya está adquirida)”.

El también colombiano Manuel Elkin Patarroyo desarrolló la primera vacuna sintética contra la malaria (SPf66), que presentó en 1986, pero sobre cuya efectividad se plantearon serias dudas. Patarroyo la describe como “la primera vacuna químicamente hecha de la historia”.

Tan recientemente como el 16 de abril de 2017, Patarroyo defendió nuevamente su trabajo, asegurando que tenía una capacidad protectora del 40 %, lo que significa que de cada 100 personas 40 obtenían protección (igual índice de eficacia que Mosquirix, según Patarroyo).

Patarroyo aseguró en una entrevista al portal Deia que su desarrollo le generó muchos enemigos.

“Me topé hasta con la Iglesia. Fue una revolución conceptual grande y obviamente todo cambio implica una contrarrespuesta. Las multinacionales que producen las vacunas biológicas, las tradicionales, se sintieron amenazadas por un concepto nuevo. Además, hice algo que siempre quise hacer: donar la patente a la humanidad. No tengo ningún interés en adinerarme, pero el dinero solo lo necesito para trabajar y seguir haciendo cosas. Eso molestó a mucha gente. Y no entiendo por qué; si es mi hallazgo, puedo hacer lo que me parezca”, dijo.

Patarroyo rompió relaciones incluso con la Organización Mundial de la Salud (OMS), que hoy apoya la nueva vacuna.

“Tuvo un papel absolutamente negativo. Cuando doné la patente en mayo de 1995 pensé que ellos iban a continuar con la idea y lo que hicieron fue engavetarlo, ni siquiera pagaron los costos de mantener la patente, que me ha tocado seguir pagando a mí, aun habiéndola donado. Eso muestra cuál era su interés en este asunto. Hoy en día no tengo ningún tipo de relación con ellos”, concluye el científico.

Fuente: pulzo.com