Científicos mexicanos en Berlín: “Salvamos vidas”

“Alemania es un país increíble que acoge muy bien a todos los mexicanos. Yo y muchos de nosotros hemos traído acá a estudiantes de doctorado y de maestría mexicanos, porque aquí hay excelentes oportunidades”, dice Ana Luisa Piña, que dirige un grupo de investigación en neurocirugía experimental y de terapias regenerativas en la Clínica Universitaria Charité, una de las instituciones más prestigiadas en Alemania.

La científica mexicana llegó a Alemania por casualidad. Hizo su doctorado en Neurociencias en el Instituto de Biología Celular en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y realizó un posdoctorado en Nueva York, y luego en Montreal. Ahí tuvo algunos compañeros alemanes en un momento en el que todos buscaban oportunidades para continuar su investigación. Uno de ellos la animó a ir a Alemania. A ella le pareció difícil por el idioma, pero encontró una buena oferta en la Universidad de Regensburg, en el sur del país. Luego se casó con un británico que vivía en Berlín y tuvo la suerte de encontrar un trabajo de alto nivel en Charité.

“Soy muy feliz aquí en Alemania, pero siento que es importante que estando aquí ayude a cualquiera que quiera venir. Eso es lo que he estado haciendo en mi trabajo, traer a estudiantes mexicanos que trabajen fuerte”.

Red de Talentos Mexicanos en el Exterior

Ana Luisa Piña es parte de la llamada Red de Talentos Mexicanos en el Exterior, que es respaldada por la Secretaría de Relaciones Exteriores de México y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) desde 2005. La diáspora de profesionales mexicanos más numerosa se encuentra en Estados Unidos, en donde se organizó la primera red en Silicon Valley un año más tarde.

La investigadora organizó a fines de abril el Primer Simposio Internacional de Investigación Biomédica en el que se trataron los principales problemas que afectan la salud en México, como afecciones cardiovasculares, la obesidad y la diabetes.

Más de una veintena de científicos mexicanos provenientes de Estados Unidos, Europa, Australia y México, llegaron a Berlín para exponer los avances en sus respectivas áreas. El simposio en la Embajada de México, trató sobre sus respectivas áreas de investigación. Desde las posibilidades de detener el cáncer, experiencias con pacientes que padecen hepatitis C crónica, hasta males neurológicos como el Alzheimer, o la nanotecnología para el tratamiento de la malaria, entre otros temas. El encuentro tuvo lugar en el marco del Año Dual México-Alemania que está por concluir.

Entre los participantes figuró el biomédico Héctor Alejandro Cabrera Fuentes, co-organizador del encuentro, que ha ganado notoriedad en el mundo de la medicina por haber desarrollado un innovador tratamiento en la prevención de muerte en casos de infarto.

La lectura cambió su vida

Originario de El Espinal, en el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, el joven científico cuenta que lo que marcó su vida fue la lectura. “Lo que me cambió el mundo fue leer en la secundaria ‘Cazadores de Microbios’, de Paul De Kruif, desde entonces mi sueño era estudiar microbiología”, afirma.

No quería volverse químico farmacéutico, ni químico biólogo. Gracias a su mentor, José Trinidad Sánchez Vega, investigador del Departamento de Microbiología y Parasitología de la UNAM, Cabrera Fuentes encontró una beca para estudiar microbiología molecular en la Universidad Estatal de Kazán, en la República de Tartaristán, a unos 800 kilómetros al este de Moscú.

Ahora trabaja en el equipo del renombrado investigador alemán Klaus Preissner, en la Universidad de Giessen. A través de un intercambio con la Universidad de Barcelona, se formó clínicamente en el Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, lo que le permite hacer estudios clínicos poblacionales en pacientes. Eso facilitó el desarrollo de un sencillo tratamiento para prevenir la muerte en casos de infarto y realizar estudios clínicos en varios países europeos.

La administración de oxígeno, clave en casos de infarto

“Un infarto se produce porque se cierra una arteria. Lo primero que ocurre es que todas las células alrededor mueren. Pero según el principio de evolución de la Teoría de Darwin, todo evoluciona, entonces muchas células se adaptan y en vez de morir empiezan a vivir con la falta de oxígeno. Por eso hablamos de una ventana de unas 10 o 12 horas máximo. Al término del cual la arteria se tiene que abrir, pero cuando el cardiólogo reabre la arteria estas células se mueren por un exceso de oxígeno”, explica.

Su descubrimiento es muy sencillo. “Se utiliza un baumanómetro, que casi en todos los hogares lo tenemos, lo aplicamos en uno de los brazos del afectado, lo inflamos hasta 200 milímetros de mercurio por 5 minutos. Se infla y se desinfla y este ciclo de inflado y desinflado se repite cuatro veces. Es un tiempo de 40 minutos. Lo que hacen es que estos pequeños lapsos de falta de oxígeno es que las otras células se empiezan a defender”.

El método previene la muerte celular, lo que ofrece mayores oportunidad de vida. Ahora se va a poner en práctica en Europa. “Se aplica cuando la ambulancia llega al hogar por el paciente infartado y lo traslada al hospital. Son 40 o 45 minutos en los que lo que se hace es prevenir la muerte en la reapertura de las arterias. Si el infarto se incrementaba de un 20 por ciento a un 30 por ciento, lo que produce un mayor número de muertes, con este método se queda en un 20 por ciento. Salvamos vidas y mejoramos la calidad de vida del paciente”.

El científico añade que esta sencilla innovación puede servir mucho a sus compatriotas. “México tiene un alto nivel en muertes por infartos”.

Fuente: dw.com