Así piensa la científica argentina que hizo un aporte sustancial a la Teoría de la relatividad

Gabriela González guardará sin duda alguna en su recuerdo el 2016. En febrero de este año, esta científica argentina dejó su huella en la historia de la astrofísica mundial cuando anunció la primera detección de onda gravitacionales en el universo, lo que comprobó, después de un siglo de historia y 20 años de ardua investigación, la famosa y célebre Teoría de la Relatividad de Albert Einstein.

A días de terminar el año, la investigadora corona su éxito con la inclusión de su nombre en la lista de las 10 personalidades más destacadas del mundo de la reconocida revista especializada Nature, considerada una “biblia” en la materia desde 1869. “Hace un año, Gabriela González luchaba por mantener el secreto más grande de su vida. Dos gigantescos detectores habían registrado signos de ondas gravitacionales, ‘arrugas’ en el espacio-tiempo previstas por Albert Einstein, pero nunca antes observadas”, describió la publicación.

Gabriela nació en Córdoba, realizó la primaria en el Colegio Luterano Concordia, la secundaria en la Escuela Sarmiento del barrio San Vicente y sus estudios superiores en la Facultad de Matemática, Astronomía y Física de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) donde se recibió en 1988. En en ese momento fue que se casó con el reconocido científico argentino Jorge Pulin y, un año después, la pareja se radicaba en Estados Unidos: ella para estudiar en la Universidad de Siracusa, donde obtuvo su doctorado en 1995 y perfeccionarse en el MIT como investigadora al igual que en la Universidad Estatal de Pensilvania. Actualmente, además, ejerce como investigadora en la Universidad Estatal de Luisana.

En la universidad de Siracusa fue que descubrió a un profesor que hablaba sobre que se podían medir los efectos de la teoría de Einstein a través de un proyecto que estaba empezando y supo inmediatamente que eso era lo suyo. LIGO (Laser Interferometer Gravitational-wave Observatory) es un instrumento óptico de precisión que consta de dos detectores láser ubicados a 3 mil kilómetros de distancia para identificar variaciones equivalentes a una diezmilésima parte del diámetro de un átomo, la medición más precisa jamás lograda por un instrumento científico.

Gabriela integra el equipo del observatorio y fue su dedicación de hace más de 20 años en la materia la que la impulsó a lograr uno de los hallazgos más reveladores en el mundo de la ciencia. “Tenemos una información que antes no podíamos tener de otra manera acerca de objetos oscuros, objetos que probablemente no emiten ondas electromagnéticas, ondas visibles que podemos ver con telescopios, pero que sí emiten ondas gravitacionales, estas ‘arruguitas’ del espacio-tiempo”, explicó con detalle la reconocida científica a Infobae. “Estos sistemas que hemos visto son de agujeros negros que se llaman ‘negros’ justamente porque no emiten ondas electromagnéticas pero las podemos ver con ondas gravitacionales. Estamos viendo el lado oscuro del universo, un lado desconocido hasta ahora”.

Se trata de una exploración mucho más profunda de la astronomía conocida. “Es como haber conseguido otro sentido. Antes podíamos mirar el universo, ahora también lo podemos escuchar”. El objetivo futuro de la investigación para González “es detectar más ondas gravitacionales y poder hacer astronomía con esas detecciones. La idea es que estos son observatorios, no fueron construidos para probar la teoría de la relatividad, sino para usar las detecciones aprendiendo lo que nos dice el universo, cómo nos habla el universo”.

Gabriela tuvo que radicarse en Estados Unidos para desarrollar su ámbito de estudio pero le hubiera gustado desarrollarse en Argentina, donde según señaló “la ciencia es muy buena”. “Tanto mi marido como yo hemos estado siempre en contacto con colegas argentinos y con la ciencia que se hace en Argentina”.

En momentos duros para los científicos, que protestan frente al Ministerio de Ciencia y Teconología por el recorte presupuestario en este ámbito, la científica reconocida acercó un mensaje de aliento para los estudiantes que desarrollan su vocación científica y aquellos científicos que trabajan actualmente en el país. “El mensaje por supuesto para los científicos es que el esfuerzo paga, la paciencia paga. La ciencia se hace con mucho esfuerzo diario pero los frutos se ven sólo a largo plazo”. Y agregó: “También me parece que no son sólo los científicos los que están poniendo mucho esfuerzo para la ciencia en Argentina. El sistema financiero, el sistema político, también debería darles un continuo apoyo, un sistema con el que se pueda contar año a año. Estos cambios drásticos que se ven en el número de becas del CONICET, por ejemplo, son cambios que pueden tener efectos irreversibles”.

Su descubrimiento

Según la teoría del científico alemán, todo cuerpo acelerado emite este tipo de ondas gravitacionales, que son más intensas a medida que aumenta la masa del cuerpo. Pero por lo general las ondas gravitacionales son tan débiles que Einstein no creía que pudiesen medirse. Aun así, los físicos intentan desde hace aproximadamente 50 años encontrar una prueba directa de su existencia y los resultados siempre fueron inconsistentes hasta este año. Las ondas gravitacionales se crean cuando las masas se aceleran, por ejemplo, cuando las estrellas explotan al final de su vida y comprimen y estiran el espacio-tiempo de forma similar a las ondas que provoca una piedra lanzada al agua. Son una de las predicciones más impresionantes y visionarias del físico alemán.

Gabriela y su equipo descontaban que la teoría era correcta, pero buscaban poder comprender estas ondas gravitacionales para entender mejor el universo y comprender la astronomía de forma más profunda. “En el ambiente científico sabíamos que iba a ser un gran descubrimiento y que marcaría un antes y un después en la astronomía de ondas gravitacionales, pero en el público obtuvo una recepción tremenda”, dijo González.

Se trata de un descubrimiento histórico en la campo de la astrofísica mundial e incluso se rumorea que su peso podría valerles un premio Nobel a sus descubridores. Concretamente esto abre el camino de una nueva forma de hacer astronomía, pero la protagonista argentina de esta historia todavía pone un manto de humildad a su logro y aspira a más y mejores metas en el futuro. “El reconocimiento que hemos tenido es maravilloso. Pero en realidad nosotros estamos trabajando a doble máquina, porque además de recibir este reconocimiento todavía estamos trabajando. Este es el principio de una nueva era, tenemos todavía mucho por hacer”.

Fuente: infobae.com