Transmitir órdenes a las bacterias mediante superficies tratadas químicamente

Unos investigadores han desarrollado una forma de colocar sobre superficies recubrimientos especiales que “se comunican” químicamente con bacterias, diciéndoles lo que deben hacer. Los recubrimientos, que podrían ser útiles a la hora de inhibir o promover el crecimiento bacteriano en función de las necesidades de los humanos, poseen el poder de dar órdenes a las bacterias porque “hablan” el propio lenguaje del microbio.

La nueva tecnología, inventada por el equipo de Minyoung Kevin Kim y Aishan Zhao, de la Universidad de Princeton en Estados Unidos, dota a las superficies tratadas de exactamente los mismos tipos de biomoléculas que liberan las bacterias de modo natural para comunicarse y para coordinar el comportamiento en grupo, un proceso llamado detección de quórum.

Apropiarse de este lenguaje bacteriano de detección de quórum podría abrir paso a una serie de aplicaciones antes impensables, tal como vislumbran los investigadores.

Por ejemplo, recubrir superficies en hospitales podría combatir la formación de las comunidades acorazadas de bacterias llamadas biopelículas. Eso dejaría vulnerables a los gérmenes ante los antibióticos en humanos o ante los productos de limpieza desinfectantes sobre las superficies de habitaciones y equipamientos hospitalarios.

Alternativamente, si las bacterias proporcionan beneficios (como en las plantas de tratamiento de aguas residuales o en la elaboración de ciertos productos), entonces recubrir las superficies del equipamiento industrial podría mejorar las actividades útiles de los microbios.

En definitiva, esta línea de investigación y desarrollo plantea la fascinante y ahora plausible posibilidad de que ciertas superficies equipadas con los “letreros bioquímicos” adecuados para que las bacterias los “lean” y siguen las instrucciones indicadas, puedan ejercer un efecto antiinfeccioso o promover el crecimiento de esos microorganismos, a conveniencia de los usuarios humanos.

El equipo de Kim y Zhao llevó a cabo sus experimentos empleando como sujetos de estudio a bacterias de la especie Staphylococcus aureus. Se trata de uno de los azotes de los pabellones hospitalarios, donde puede sobrevivir e infectar a los pacientes, especialmente a aquellos a quienes se les implantan dispositivos médicos. Además de causar alteraciones potencialmente mortales, como la bacteriemia (intoxicación sanguínea) y el síndrome del shock tóxico, esta bacteria es habitualmente resistente a los antibióticos, lo que la coloca muy arriba en la lista de los patógenos sobre los que los médicos quieren desesperadamente mejores métodos de lucha.

Fuente: noticiasdelaciencia.com