¡Sorpresa! Las arañas vuelan envueltas en electricidad

Las arañas son criaturas por lo general percibidas como horrendas, aunque solo el 0,1% de las especies sean realmente peligrosas para el ser humano. Parece ser, sin embargo, que instintivamente nos da miedo su aspecto y su forma errática y repentina de moverse, especialmente porque el cerebro no es capaz de predecir su movimiento porque eso resulta amenazante. Culturalmente, tampoco suelen tener muy buena fama, aunque es cierto que en algunos lugares las arañas son un manjar comparable al de degustar marisco.

Sea como sea, lo cierto (y objetivo) es que las arañas son criaturas caracterizadas por su versatilidad y su increíble capacidad de supervivencia. El mismo Charles Darwin, por ejemplo, se mostraba fascinado por la capacidad de las arañas para volar incluso en días sin viento, propulsadas por una “vela” o “paracaidas” constituido por un hilo de seda. Ahora, un estudio publicado por biólogos de la Universidad de Bristol (Reino Unido) y publicado enCurrent Biology, parece haber descubierto uno de los trucos que les permiten a las arañas volar de una forma tan soberbia. La conclusión es que las arañas son auténticas navegantes de la electricidad del aire. Cuando esta alcanza ciertos niveles, la detectan gracias a unos pelos de sus patas, y si quieren volar levantan el abdomen, “se ponen de puntillas” y liberan un hilo de seda para dejarse llevar por la electricidad atmosférica.

“Muchas arañas “vuelan” (los ingleses usan la palabra “ballooning”, de ir en globo) usando varias hebras de seda que despliegan con forma de abanico, lo que sugiere que debe de haber una fuerza electrostática repulsiva implicada”, ha explicado en un comunicado Erica Morley, experta en biofísica sensorial en la Universidad de Bristol.

Hace tiempo se ha observado que incluso en días sin viento, las pequeñas arañas se apañan para volar y recorrer kilómetros de distancia. Ellas sencillamente comienzan a mover sus “patitas”, levantan el abdomen y “se ponen de puntillas” instantes antes de lanzar un hilo de seda y de salir disparadas hacia las alturas. Otros días, sin embargo, sencillamente no intentan volar, por mucho que haya brisa.

“¿Por qué algunos días hay muchas arañas que vuelan y otros en los que ni siquiera lo intentan?”, se ha preguntado Morley. “Quisimos averiguar si estaba implicada alguna otra fuerza externa, aparte del arrastre aerodinámico, que pudiera activar este comportamiento. Y también deducir qué órgano sensorial podría detectar dicho estímulo”.

Navegar por la electricidad atmosférica

Para averiguar por qué ocurre esto, los investigadores hicieron pruebas con un tipo de arañas muy pequeñas, las linífidas, en un entorno controlado. En uno crearon una ligera brisa, y en otro la eliminaron, pero añadieron un potencial eléctrico similar al que existe en la atmósfera. Así observaron que la electricidad atmosférica, extremadamente visible cuando hay tormentas, es un canal que permite surcar los cielos a estos arácnidos. A los investigadores les bastaba con activar el campo para que las arañas se elevaran y con desactivarlo para que bajaran.

La explicación, más concretamente, está en el gradiente de potencial atmosférico, un circuito eléctrico global presente en la atmósfera. Resulta que los insectos pueden detectar tanto el gradiente de potencial atmosférico como los campos eléctricos que rodean la materia. Por ejemplo, se sabe que los abejorros captan los campos eléctricos entre ellos y las flores y que las abejas se valen de ellos para comunicarse con la colmena.

“Hasta ahora, se pensaba que las fuerzas de arrastre del viento o del calor eran responsables para este tipo de dispersión, pero nosotros hemos mostrado que los campos eléctricos, con intensidades encontradas en la atmósfera, pueden activar el “vuelo” de las arañas y darles sustentación incluso en la ausencia de cualquier movimiento de aire”, ha explicado Morley. “Esto significa que tanto los campos eléctricos como el empuje del viento pueden proporcionar la fuerza necesaria para la dispersión de las arañas mediante el “vuelo” en la naturaleza”.

Saber esto no es solo muy curioso, también tiene interés para estudiar la ecología de estos animales y todas las otras cosas relacionadas con ellos. Conocer su capacidad de dispersión permite estudiar su dinámica de población, la distribución de sus especies y su capacidad de adaptación a cambios (resiliencia).

A continuación, los investigadores tratarán de averiguar si hay otros animales capaces de detectar estos campos eléctricos para volar y, además, estudiarán lo analizado aquí directamente en el entorno natural.

Fuente: abc.es/ciencia