Regalos con mucha ciencia

Con las fiestas navideñas a la vuelta de la esquina, regalar algo original se convierte en todo un desafío. Si quieres sorprender y además divulgar un poco de ciencia, con estas propuestas acertarás. ¿A quién no le gustaría tener un lienzo en el salón con su huella genética? ¿Y un anillo con la estructura de la hormona del placer regalado por su pareja? Detalles con ciencia que, como mínimo, despertarán la curiosidad.

El nombre de una estrella

Contemplar el firmamento y pensar que una de esas estrellas lleva tu nombre es, para muchos, un sueño. Numerosas empresas se encargan de hacerlo realidad a un módico precio: desde unos 30 euros, si se trata de una estrella estándar, a 80 euros, si es una binaria —dos cuerpos que orbitan alrededor de un centro de masas—. Las compañías envían un certificado para darle cierta solemnidad al acto.

Pero aunque exista ese documento, se trata de una práctica sin validez científica. La Unión Astronómica Internacional (IAU por sus siglas en inglés) recuerda que es la única institución encargada de bautizar a los astros, sin intereses comerciales y siguiendo unas estrictas reglas. “Como el amor verdadero y muchas de las mejores cosas de la vida, la belleza del cielo nocturno no está a la venta y disfrutarla es gratis para todos”, afirman. Con esta filosofía hay páginas web que ofrecen nombrar gratis a una estrella, de forma simbólica y recordando que la IAU es la única con potestad para hacerlo.

Tu ADN como obra de arte

Si hay algo único y que diferencia a una persona de otra es el ADN (salvo en el caso de los gemelos idénticos). Aunque su secuenciación pueda parecer árida y difícil de descifrar, las barras que reflejan la información genética pueden convertirse en una obra de arte. La compañía canadiense DNA11 lleva desde 2005 secuenciando pequeñas partes del ADN de sus clientes y plasmándolas en cuadros, diseñados por ellos mismos.

El proceso es muy sencillo. Desde 180 euros envían un kit con un bastoncillo para que frotes la parte interna de la mejilla y lo envíes de vuelta, indicando los colores y el formato del lienzo en el que quieres que se reproduzca la información genética. La muestra de ADN la procesan en un laboratorio y de ahí extraen la imagen que imprimirán en el cuadro. Tanto la muestra como la fotografía son destruidas siguiendo su garantía de privacidad.

Con un proceso similar, también imprimen lienzos con huellas dactilares o con la marca de un beso. Otras compañías secuencian el ADN de mascotas, incluso fallecidas, analizando muestras de pelo.

El organismo hecho joya

Para los amantes de las joyas, multitud de firmas plasman conceptos científicos en pulseras, pendientes, anillos o collares. Un ejemplo es el anillo que combina las estructuras de la dopamina y la serotonina, dos neurotransmisores que influyen en emociones como el placer o la felicidad.

El órgano con el que tendemos a relacionar este tipo de emociones amorosas es el corazón. Los joyeros lo saben y por eso han modelado en un collar la forma de un latido del corazón, como si apareciera en un electrocardiograma. En un colgante también puedes elegir la silueta de una neurona o incluso una placa de Petri, un regalo pensado especialmente para investigadores. Los precios oscilan entre los 100 y los 400 euros, dependiendo de si es plata u oro.

El cosmos en una esfera

¿Es posible capturar la inmensidad del cosmos en una esfera? Eso tratan de hacer artistas como Scott Pernicka (EEUU). Apasionado por la pintura, la escultura y la ciencia, Pernicka conjuga conceptos físicos y ópticos para esculpir en vidrio esferas que nos trasladan a otros mundos. En la serie “Vórtice dicroico”, el artista inyecta los metales cristalizados en el momento justo para obtener el mejor rango óptico, produciendo colores brillantes e intensos.

En el caso de “Cometas y planetas”, los colores se consiguen al agregar metales preciosos y gemas mientras modela el vidrio. Los cometas están hechos de trozos de oro y plata, los planetas, de ópalo redondo, y las estrellas, de oro, plata y ópalo triturado. Los precios varían entre los 250 euros y los 500 euros. Otras esferas que no son artesanales ni utilizan vidrio de borosilacato (muy resistente) son mucho más económicas.

Tras la pista del astrolabio

Si hay un instrumento que evoca tiempos remotos es el astrolabio. La palabra proviene del griego y significa “buscador de estrellas”. El astrolabio, que se calcula que tiene unos dos mil años de antigüedad, permitía averiguar la posición y la altura de las estrellas y era usado por navegantes y astrónomos. La mayor colección la alberga el Museo de la Historia de la Ciencia (Reino Unido), con ejemplares de India, Oriente Medio y Europa.

En museos y en numerosas páginas web puedes adquirir réplicas de estos instrumentos. Los precios oscilan entre los 90 euros y los 400 euros. Para conseguir ejemplares originales tendrás que buscar en tiendas de antigüedades o en subastas de arte.

Fuente: OpenMind