Modifican genes y destruyen cocaína antes que llegue a zonas de recompensa en el cerebro

Las adicciones son complejas, peligrosas, pero especialmente tristes, por eso, los científicos han estado buscando formas de combatirlas. Ahora un equipo de la Universidad de Chicago (EE.UU) ha encontrado una forma de hacerle frente a una de las sustancias más adictivas: la cocaína, usando el método de edición genética CRISPR.

Según la investigación, publicada en Nature Biomedical Engineering, los científicos han probado un tratamiento que destruye la cocaína antes que llegue a los centros de recompensa ubicados en el cerebro. Los científicos han logrado esto usando versiones genéticamente modificadas de células de la piel.

Una enzima que destruye la cocaína

En teoría, la terapia podría ser usada en humanos tomando sus células de la piel y equipándolas con un gen adicional que constantemente produce butirilcolinesterasa (hBChE), una enzima que destruye rápidamente la cocaína en el torrente sanguíneo. Luego, las células se multiplicarían en una agrupación llamada organoide que los médicos implantarían permanentemente debajo de la piel del receptor.

De acuerdo a lo recogido por New Scientist, el equipo liderado por Ming Xu ya probó exitosamente la terapia en ratones. En 20 minutos, seis ratones con un implante activo habían prácticamente eliminado una dosis estándar de cocaína inyectada en sus estómagos, un trabajo que tomó seis ratones de control durante casi 2 horas. Y a diferencia de los ratones control, los ratones tratados no elevaron sus niveles de dopamina.

El hecho que no hayan sentido placer también significó que a diferencia de los ratones de control, los ratones tratados no buscaron más cocaína en las pruebas estándar. Así mismo, tampoco visitaron preferentemente los sitios anteriores donde se podía acceder a la cocaína. Sin embargo, buscaron más alcohol cuando estuvo disponible, lo que demuestra que el tratamiento se dirige específicamente a la adicción a la cocaína.

De ratones a humanos

Xu y sus colegas esperan que el tratamiento también sea efectivo en personas. “Funcionará, al igual que en los ratones, al degradar la cocaína tan pronto ingrese a la circulación de la sangre de manera que llegue poco al cerebro”, afirma Xu.

“Las personas adictas a la cocaína dejarían de usarla y no habría recaídas”, dice Xu, quien inmediatamente aclara que “no existen métodos aprobados por la Administración de Drogas y Alimentos de los EE. UU. para tratar el abuso de cocaína, por lo que este podría ser el primero”.

El estudio reportó que casi todos los ratones tratados también sobrevivieron a grandes dosis de cocaína que sí llegaron a mataron a los controles. Xu dio a los animales tratados y de control dosis de 40, 80, 120 y 160 miligramos de cocaína por kilo de peso corporal. Todos los animales de control murieron en las dos dosis más altas y la mitad de los controles en la dosis de 80 miligramos.

El equipo de Xu también probó organoides prototipos de versiones humanas, hechos a partir de células de prepucio de bebés recién nacidos. Al igual que los organoides de ratón, produjeron la enzima necesaria de forma continua, durante al menos dos meses. “Nos gustaría pasar a ensayos clínicos lo antes posible”, confiesa.

La buena noticia es que luego de seis meses, los ratones tratados originalmente siguen sanos. Además, si los injertos se usaran en humanos no serían rechazados porque organoides similares ya han sido usados para otras afecciones como quemaduras.

Este no es el primer tratamiento para curar la adicción a la cocaína. En agosto del 2016, un grupo de investigadores del Instituto de Investigación Scripps (TSRI) encontró pruebas sólidas que serían la base para un nuevo remedio a la adicción de esta sustancia.

Fuente: nmas1.org