Miden una distorsión del espacio-tiempo a 25,000 años-luz de la Tierra

Unos astrónomos han logrado medir la distorsión espaciotemporal en un sistema binario situado a 25.000 años-luz de la Tierra e integrado por un púlsar y por un objeto también ultradenso que puede ser otro púlsar o una estrella enana blanca.

Una estrella de neutrones es el núcleo muerto de una estrella que previamente estalló como supernova pero, pese a comprimirse mucho, no se ha convertido en un agujero negro. Aunque no esté tan prensada como un agujero negro, su densidad es formidable. Una masa que en promedio es del doble de la del Sol se concentra en una esfera cuyo diámetro se mide en decenas de kilómetros. La materia de una estrella de neutrones alcanza densidades que no existen de forma natural en la Tierra: Una simple cucharada de la materia de la que está hecha una estrella de neutrones pesa más que las montañas del Himalaya. De hecho, la composición química de una estrella de neutrones tiene muy poco que ver con la de la materia de cualquier astro formado por materia menos comprimida. La compresión que reina en una estrella de neutrones es tan brutal que en los átomos fuerza a los electrones a “incrustarse” contra los protones, dando lugar a neutrones. De ahí que a esta clase de objetos se les llame estrellas de neutrones.

Un púlsar es una estrella de neutrones que gira sobre sí misma tan deprisa que suele tardar mucho menos de 1 segundo en dar una vuelta completa. El púlsar emite, desde sus polos magnéticos, ondas electromagnéticas. La desalineación de los polos magnéticos con el eje de rotación de la estrella de neutrones hace que los haces de radiación giren de igual modo que los focos de un faro marítimo, enviando pulsos de haces hacia los eventuales observadores distantes. El período entre cada pulso se corresponde con la velocidad de rotación de la estrella de neutrones.

Una enana blanca, por su parte, es una estrella que ha perdido la capacidad de sostener la fusión nuclear, lo que significa que ya no puede generar su propia energía. Las enanas blancas son la etapa final no catastrófica de la vida de las estrellas como nuestro Sol. Una enana blanca es el núcleo de material estelar residual que queda después de haberse agotado el combustible disponible para las reacciones nucleares.

El equipo internacional de Ingrid Stairs de la Universidad de la Columbia Británica en Canadá, y Joeri van Leeuwen de la Universidad de Ámsterdam en Los Países Bajos, hizo sus observaciones en el sistema binario J1906, midiendo asimismo las masas de ambos astros.

Hasta la fecha se han medido solo las masas de unos pocos sistemas binarios con púlsar, siendo el de J1906 uno de los más jóvenes conocidos.

Haciendo un seguimiento preciso del movimiento del púlsar, Stairs y sus colegas pudieron medir la interacción gravitatoria entre los dos astros con una precisión extrema.

Cada uno de estos dos objetos pesa más que el Sol, pero a pesar de todo están más de 100 veces más cerca entre sí que la Tierra respecto a nuestra estrella. El periodo orbital es de tan solo 4 horas. La gravedad extrema resultante ocasiona muchos efectos destacables.

Según la relatividad general, las estrellas de neutrones giran bamboleándose como una peonza a medida que se mueven a través del pozo gravitatorio de una estrella compañera cercana masiva. Órbita tras órbita, el púlsar viaja a través de un espacio-tiempo que está curvado con respecto al de su entorno, lo que afecta a su eje de rotación.

A través de los efectos del inmenso tirón gravitatorio mutuo y la distorsión en el espacio-tiempo, el eje de rotación del púlsar se ha desplazado ahora tanto que los haces ya no alcanzan la Tierra. Las observaciones muestran el antes y el después. El púlsar es ahora completamente invisible incluso para los telescopios más potentes de la Tierra. Es la primera vez que un púlsar tan joven ha dejado de ser observable por este fenómeno. Se calcula que sus emisiones volverán a estar orientadas hacia la Tierra dentro de unos 160 años.

Fuente: noticiasdelaciencia.com