La hormona del amor es también la hormona de la guerra

La oxitocina es una hormona relacionada con la conducta sexual,  el bienestar, la maternidad o la paternidad. Tonifica el estado de ánimo y potencia las relaciones sociales entre las personas. 

Por este motivo a la oxitocina se la conoce como “la hormona del amor” o “la hormona de la felicidad”. Ahora hay que añadir un nuevo apelativo a la oxitocina: también es la “hormona de la guerra”. 

Lo ha descubierto un grupo de científicos observando durante dos años a dos grupos rivales de chimpancés, compuesto cada uno de ellos de cinco machos y cinco hembras,  en el parque nacional de Tai, en Costa de Marfil.   

Además de las observaciones visuales, los científicos recogieron asimismo muestras de orina de los primates para analizar los niveles de oxitocina. A partir de estas informaciones, observaron que cuando los chimpancés se defienden de una invasión por parte de otro grupo rival, su tasa de oxitocina se dispara en el organismo, convirtiéndose así esta hormona social en una hormona belicosa. 

Aunque la oxitocina es conocida por su intervención en la bioquímica del vínculo entre individuos de una misma especie, por ejemplo entre una madre y su bebé, entre amigos o amantes, desde hace años los científicos sospechaban que tenía un lado oscuro. 

Consideraban que, dado que la oxitocina despierta sentimientos de pertenencia, proximidad o lealtad, por este mismo motivo podría servir también para generar los sentimientos contrarios. 

Esta era la hipótesis de partida de este trabajo, realizado por un equipo de científicos del Max Planck Institute for Evolutionary Anthropology, cuyos resultados han sido publicados en PNAS, según informa el citado instituto en un comunicado. 

La hipótesis fue confirmada experimentalmente porque cuando estos chimpancés penetran en territorio enemigo o se sienten amenazados, el aumento de la oxitocina es mayor que el que se produce cuando se desarrollan lazos afectivos entre miembros de un mismo colectivo, por ejemplo en el momento de formar pareja, de compartir la caza o el alimento. 

En los momentos de tensión, las tasas de oxitocina vinculadas a una actividad territorial son extremadamente altas, comparadas con las actividades de control. Prácticamente se multiplican por dos en el momento de vigilar los límites de su territorio o en el momento de una pelea.

Confirmaciones adicionales 

Estos resultados confirman otros obtenidos sobre seres humanos, que también ven aumentar sus niveles de oxitocina cuando participan en competiciones deportivas o rivalizan entre grupos. 

La novedad principal de este estudio es que constituye la primera demostración científica del carácter conflictivo de la hormona del amor en condiciones reales, y además en una especie muy cercana a la humana en cuestiones como la violencia grupal. 

Otra revelación de este estudio es que los picos de oxitocina se observan tanto en los machos como en las hembras de los chimpancés. 

Según los investigadores, esta constatación apoya la teoría de que el efecto socializante de la oxitocina ha evolucionado a partir de los beneficios de la maternidad, ya que la hormona que fabrica el lazo de confianza que une a una madre con su hijo, al mismo tiempo los protege a ambos de potenciales amenazas.

Fuente: tendencias21.net