Efectos de la permanencia en el espacio vistos mediante diferencias entre astronautas gemelos

Recientemente se han presentado los resultados preliminares de un estudio de la NASA realizado con dos astronautas gemelos. El astronauta Scott Kelly de la NASA regresó a casa en marzo de 2016, tras casi un año en el espacio, viviendo en la Estación Espacial Internacional. Su hermano gemelo, Mark, también astronauta de la NASA aunque retirado, se quedó en casa.

Los investigadores encontraron que esta era una gran oportunidad para realizar estudios sobre si determinados cambios se deben a causas innatas o por el contrario a causas adquiridas.

Diez científicos, cada uno concentrado en su propio proyecto de investigación, están analizando y comparando muestras biológicas tomadas de cada gemelo antes, durante y después de la misión de Scott. A partir de estas muestras, se está consiguiendo información muy fiable sobre cómo exactamente el cuerpo se ve afectado por una estancia prolongada en el espacio. De todos modos, hay que investigar más antes de emitir conclusiones definitivas.

A continuación exponemos algunos de los resultados más interesantes del conjunto de investigaciones sobre los gemelos.

La investigación de Susan Bailey se centra en los telómeros y la telomerasa. Los telómeros son las puntas protectoras presentes en los extremos de los cromosomas y son indicativas de la edad celular. Unos telómeros más largos son esenciales para la duplicación celular. Con cada ciclo de división celular, se recorta un trozo de los telómeros. Cuando estos alcanzan una longitud crítica, la célula ya no se puede multiplicar. Por eso, la erosión de los telómeros es un rasgo típico del proceso de envejecimiento, y se comporta como un reloj de arena de la vida. A mayor longitud de los telómeros, más tiempo de vida queda por delante (excepto ante amenazas obvias como por ejemplo una infección microbiana potencialmente mortal). A menor longitud, menor tiempo de vida restante.

Pues bien, Bailey halló que, asombrosamente, en un periodo de tan solo un año, los telómeros de Scott en los extremos de los cromosomas de sus glóbulos blancos aumentaron su longitud mientras estaba en el espacio. Hasta aquí, el fenómeno todavía podría tener una explicación convencional, vinculando el efecto a que durante su estancia en el espacio sostuvo un mayor nivel de ejercicio físico (para mitigar efectos nocivos de la ingravidez) y a que su consumo calórico fue inferior.

Sin embargo, tras su regreso a la Tierra, los telómeros empezaron de nuevo a acortarse. También es llamativo que la actividad de la telomerasa (la enzima que repara a los telómeros y los alarga) aumentara en los dos gemelos en noviembre, lo que podría estar relacionado con un suceso familiar estresante y notable que ocurrió en esa época.

Mike Snyder encontró niveles alterados de una serie de lípidos en Scott, lo que indica inflamación. Por otra parte, registró en Mark un aumento de la presencia de un metabolito del cual se sabe que solo lo producen bacterias en el intestino y que está siendo investigado como un potencial antioxidante terapéutico cerebral. Esta sustancia también es conocida por ayudar a mantener la actividad normal de la insulina a fin de regular el azúcar en sangre tras las comidas.

El estudio de Mathias Basner, por su parte, está orientado al rendimiento cognitivo durante el vuelo espacial, con especial atención a las diferencias encontradas durante una misión de 12 meses, con respecto a las habituales misiones de medio año. Tras la misión de un año, Basner encontró una ligera disminución en la velocidad y precisión al acabar el vuelo. En general, sin embargo, los datos no apuntan a que exista un cambio notable del rendimiento cognitivo cuando se aumenta la duración del vuelo desde los seis meses hasta un año.

Fuente: noticiasdelaciencia.com