Detectan los “eructos” de agujeros negros al “devorar” estrellas

Los agujeros negros supermasivos, con su inmensa atracción gravitatoria, son conocidos por su gran voracidad, vaciando de materia su entorno inmediato, al tragarse toda aquella que se les acerca demasiado. Cuando una estrella pasa a una distancia al agujero negro inferior a la mínima de seguridad, su destrucción está garantizada casi al cien por cien. El material estelar es estirado y comprimido (“espaguetizado”) mientras el agujero negro se lo traga.

El acto de un agujero negro destruyendo de este modo a una estrella libera una enorme cantidad de energía, aumentando el brillo del entorno en una manifestación descrita como llamarada. En los últimos años se han descubierto varias docenas de tales llamaradas, pero este ha venido siendo un tipo de fenómeno del que se sabe muy poco.

Los astrónomos tienen ahora nueva información sobre las llamaradas de ese tipo, gracias a datos procedentes del telescopio espacial WISE de la NASA. Dos nuevos estudios en los que se ha trabajado con datos del WISE caracterizan esas llamaradas (los “eructos” por así decirlo) mediante el análisis de cómo el polvo circundante absorbe y reemite su luz, como si fueran ecos. Este método ha permitido a los científicos medir la energía de las llamaradas de forma más precisa que lo logrado previamente.

Por vez primera, se ha conseguido ver claramente los ecos de luz infrarroja procedentes de múltiples casos de “espaguetización” de estrellas. La primicia la ha obtenido el equipo de Sjoert van Velzen, de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore, Estados Unidos.

Van Velzen y sus colegas captaron tres de tales sucesos. Un cuarto eco delatador del mismo tipo de fenómeno, ha sido identificado gracias a datos del WISE pero no de modo concluyente. Esta posible detección adicional es obra de un equipo dirigido por Ning Jiang, de la Universidad de Ciencia y Tecnología de China.

Esas llamaradas de los agujeros negros al devorar estrellas contienen radiación de alta energía, incluyendo luz ultravioleta y rayos X. Tales llamaradas destruyen todo el polvo que se haya acercado lo suficiente al agujero negro. Si no está tan cerca, el polvo puede sobrevivir porque la radiación de la llamarada que llega hasta su ubicación no es tan intensa.

Después de que el polvo superviviente sea calentado por una llamarada, este desprende radiación infrarroja. El WISE mide esta emisión infrarroja del polvo cercano a un agujero negro, lo que proporciona pistas sobre las llamaradas y sobre la naturaleza del propio polvo. Las ondas infrarrojas son más largas que las de la luz visible y no pueden verse a ojo desnudo. La nave WISE, que cartografía todo el cielo cada seis meses, hizo posible la medición de las variaciones en la emisión infrarroja del polvo.

Los astrónomos usaron una técnica descrita como “fotorreverberación” o “ecos de luz” para caracterizar el polvo. Este método se basa en medir el retraso entre la llamarada original en luz óptica y la posterior variación en luz infrarroja, cuando la llamarada alcanza el polvo que rodea al agujero negro. Este retardo es después utilizado para determinar la distancia entre el agujero negro y la masa de polvo circundante.

Fuente: noticiasdelaciencia.com