Descubren a los “otros” pobladores de América

La llegada del ser humano a América está rodeada de enigmas. La hipótesis más aceptada sitúa a los primeros colonos cruzando desde lo que ahora es Rusia a Alaska a través de un antiguo puente terrestre que abarca el estrecho de Bering, sumergido al final de la última glaciación. Sin embargo, no está claro cuándo se produjo ese gran viaje, si hubo uno o más grupos fundadores y qué pasó después. Una nueva investigación publicada esta semana en la revista “Nature” puede arrojar una nueva luz sobre esa importante migración. A partir de los datos genéticos de una recién nacida cuyos restos de 11.500 años de antigüedad fueron descubiertos en Alaska, un equipo internacional de investigadores ha descubierto la existencia de una población indígena nativa previamente desconocida, a la que han llamado “antiguos beringianos”.

La niña bautizada por la comunidad nativa local como “Xach’itee’aanenh t’eede gay”, algo así como “Niña del amanecer”, fue desenterrada hace algunos años en el sitio arqueológico de Upward Sun River junto a otra bebé, “Niña de la aurora crepuscular”. Eran familia, probablemente primas hermanas. “La primera murió seis semanas después del nacimiento y la segunda nació muerta. Ambas estaban envueltas en mortajas”, explica a ABC José Víctor Moreno Mayar, del centro de Geogenética del Museo de Historia Natural de Dinamarca de la Universidad de Copenhague y uno de los autores principales del estudio. Cerca aparecieron varios objetos funerarios de piedra y orgánicos, como unas cornamentas decoradas.

Los científicos secuenciaron el genoma completo de la “Niña del amanecer” y se llevaron una gran sorpresa. Aunque la pequeña había vivido hace unos 11.500 años, mucho después de que los primeros pioneros llegaran a la región, su información genética no coincidía con ninguna de las dos ramas de nativos americanos conocidas, la del norte y la del sur. En cambio, parecía pertenecer a una población completamente distinta de la que no había registro previo. ¿Quiénes eran y cómo habían llegado hasta allí?

No es una respuesta fácil. Hasta ahora, la comunidad científica ha estado dividida sobre cómo se había poblado el continente. Los investigadores no se ponían de acuerdo sobre si los dos grupos previamente conocidos, el del norte y el del sur, se separaron después de llegar a Alaska, o si representan migraciones distintas. Pero la existencia de estos antiguos beringianos supone una pieza clave para dar forma al púzle.

Según explican los autores, la población ancestral surgió por primera vez hace unos 36.000 años, probablemente en algún lugar del noreste de Asia. El contacto constante con las poblaciones asiáticas continuó hasta hace unos 25.000, cuando cesó el flujo de genes entre ambas. Fue entonces cuando se mudaron a Alaska, quizás empujados por cambios brutales en el clima.

Una única migración

Según los autores, hubo una gran y única migración durante el Pleistoceno tardío hace más de 20.000 años, tras la cual el grupo se dividió en dos: los antiguos beringianos ahora descubiertos y los ancestros de todos los demás nativos americanos (del norte y del sur, que a su vez se separarían más adelante). Los beringianos continuaron teniendo contacto genético con sus primos nativos americanos, al menos hasta que la niña del Upward Sun River nació en Alaska unos 8.500 años más tarde.

Los antiguos beringianos pudieron permanecer en el norte durante miles de años, mientras que los antepasados de otros pueblos indígenas se extendieron al sur por el resto de América del Norte. Es posible que finalmente esos beringianos fueran reemplazados o absorbidos por otras poblaciones nativas, pero mientras ocuparon esas tierras «estaban bien adaptados a la vida en el interior de Alaska, que parecía bastante productiva en ese tiempo», explica Moreno Mayar. Por ejemplo, se sabe que ya se dedicaban a la pesca del salmón.

Sin embargo, algunos investigadores creen que la presencia de seres humanos en América es anterior, de hace 30.000, 40.000 años o incluso más. “No podemos probar que esas afirmaciones no sean ciertas, pero sí decimos que, si fueran correctas, (esas gentes) no podrían haber sido los ancestros directos de los nativos americanos contemporáneos”, explica el responsable del estudio Eske Willerslev, investigador de la británica Universidad de Cambridge y la de Copenhague. Quizás otros restos como el de la “Niña del amanecer” puedan completar el gigantesco rompecabezas americano más adelante.

Fuente: abc.es