¿Cuán distinta podría ser la vida pluricelular de otros mundos?

Si en otros mundos los mecanismos químicos por los que se forma vida en un entorno sin ella son esencialmente los mismos que la forjaron en la Tierra, el universo debería ser un zoo cósmico lleno de organismos multicelulares complejos pero siguiendo pautas básicas previsibles.

Dirk Schulze-Makuch, de la Universidad del Estado de Washington, y William Bains, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), ambas instituciones en Estados Unidos, se han basado en la evolución de la vida terrestre como modelo para predecir, en una investigación finalizada recientemente, los tipos generales de formas de vida pluricelular que podríamos descubrir en planetas y lunas de fuera de nuestro sistema solar.

Los resultados de este trabajo muestran que una vez se origina la vida, esta seguirá de forma natural la evolución hacia organismos funcionalmente similares a las plantas o a los animales de la Tierra, si se dispone del tiempo suficiente y de un entorno adecuado.

Si la formación de vida en un mundo desprovisto de ella de vida puede suceder de una forma lo bastante fácil, un determinado porcentaje de organismos en otros mundos acabará por alcanzar niveles más altos de complejidad, parecida a la animal o a la vegetal, en palabras de Schulze-Makuch. Por otro lado, si la formación de vida es un fenómeno mucho más difícil de darse y en consecuencia muy escaso, entonces es probable que vivamos en un universo bastante vacío en cuanto a vida.

Existen límites físicos y químicos a cómo puede evolucionar la vida, y los científicos han determinado que muchos de esos requerimientos se han cumplido en la Tierra. Por tanto, la ruta que las formas de vida terrestres tomaron, desde organismos unicelulares hasta entidades progresivamente más complejas, puede darnos pistas sobre cómo podría la vida surgir y evolucionar en otras partes del cosmos.

En su estudio, Schulze-Makuch y Bains identificaron en primer lugar las innovaciones evolutivas clave que guiaron el desarrollo de la vida terrestre desde los microbios a los humanos. Entre ellas se halla la transición desde la vida unicelular a la multicelular, la aparición de la fotosíntesis, la evolución de la vida macroscópica y el surgimiento de la vida inteligente.

Después analizaron si estos sucesos evolutivos importantes sucedieron o no muchas veces en organismos diferentes, y si fueron debidos a eventos aleatorios y aislados.

Hallaron que la mayoría de las innovaciones esenciales fueron “inventadas” en varias ocasiones. Por ejemplo, la fotosíntesis se originó de manera independiente en cuatro puntos diferentes de la historia de la vida, y la multicelularidad surgió varias veces en clases distintas de organismos.

“Dado que tenemos múltiples ejemplos de esas adaptaciones evolutivas clave sucediendo a lo largo del camino desde el organismo más simple hasta los humanos, debemos aceptar que no son extremadamente improbables, sino que ‘solo’ se precisa un largo tiempo y las condiciones adecuadas para que aparezcan”, argumenta Schulze-Makuch. “Por tanto, estamos convencidos de que en cualquier mundo donde haya surgido la vida y exista un flujo de energía suficiente, encontraremos vida compleja semejante a la animal”.

Fuente: noticiasdelaciencia.com