Cómo es el centro futurista Crick que atrae a “mentes brillantes” de América Latina

Un imponente edificio de vidrio de 12 pisos -cuatro bajo tierra- que domina el paisaje detrás de la Biblioteca Británica en la zona de Kings Cross, en pleno corazón de Londres.

Construirlo costó más de US$900 millones y tiene el doble de habitaciones que el Palacio de Buckingham.

Pero más impresionante que su arquitectura es la misión del nuevo Instituto Francis Crick, el mayor centro de investigaciones biomédicas de Europa.

Ya se encuentran en el edificio los primeros de cerca de mil 250 científicos de todo el mundo que trabajarán allí, incluyendo investigadores de América Latina. Se espera que el resto se incorpore en los próximos tres meses.

El instituto lleva el nombre del premio Nobel de medicina que fue uno de los descubridores de la estructura del ADN.

Y la esperanza de los creadores del centro es que allí se logren avances igualmente espectaculares.

“Queremos atraer a científicos brillantes, creativos y arriesgados del Reino Unido y de todo el mundo”, afirmó el director del instituto, el premio Nobel de medicina Paul Nurse.

Uno de los pilares en “el Crick”, como se conoce al centro, es que biólogos, bioquímicos y genetistas trabajen junto a físicos, expertos en estadística y matemáticos.

Y es que la visión múltidisciplinaria es cada vez más clave ante los grandes problemas de la medicina.

“Nuestro compromiso es encarar algunas de las cuestiones más importantes en biomedicina”, dijo a BBC Mundo el científico brasileño Luiz de Carvalho, que lidera uno de los grupos de trabajo en el nuevo centro.

“Cómo funciona el cerebro, como los patógenos causan enfermedad y se vuelven resistentes, cómo se inician los diferentes tipos de cáncer, éstos son algunos de los temas que serán centrales en el Instituto Francis Crick”.

Contra la tuberculosis

De Carvalho es bioquímico y se graduó en la Universidad Federal de Rio Grande del Sur en Porto Alegre. Hizo sus posgrados en la escuela de medicina Albert Einstein y en Weill Cornell, la escuela de medicina de la Universidad de Cornell, ambas en Estados Unidos.

El científico brasileño lidera un grupo de trabajo dedicado a tuberculosis, que recientemente demostró cómo la bacteria que causa la enfermedad, Mycobacterium tuberculosis, puede destruirse al bloquear una proteína específica.

El descubrimiento permitirá desarrollar nuevos tratamientos para la tuberculosis, que mata al año más de un millón de personas en el mundo.

El avance deja en claro las ventajas de trabajar en el Crick.

De Carvalho y sus colegas emplearon una técnica llamada metabolómica, que permite analizar “cientos o miles de metabolitos (moléculas utilizadas o producidas en el metabolismo) de una célula, tejido u órgano”.

“En nuestro caso usamos espectrometría de masa”, una técnica de análisis que permite determinar la distribución de las moléculas de una sustancia en función de su masa.

“El instituto Francis Crick cuenta con algunos de los equipos más avanzados, incluyendo espectrómetros de masa, microscopios electrónicos y espectrómetros de resonancia magnética nuclear, entre otros”.

Algunas máquinas llegan a costar más de un millón de dólares y son tan sensibles que se encuentran en habitaciones resistentes a vibraciones en pisos subterráneos.

En el edificio también hay “laboratorios de investigación animal esencial para el avance biomédico”.

Físicos y matemáticos

La nueva tecnología y la gran cantidad de datos que genera explican por qué es crucial la participación de físicos y matemáticos.

Hoy en día es posible “secuenciar miles de genes de múltiples organismos en paralelo, por ejemplo, del microbioma de la piel, la colección de todas las bacterias que viven sobre la piel”, explicó De Carvalho.

“Vincular cada gen con el organismo correcto no es algo fácil y requiere de software y conocimiento altamente especializado”.

De la misma forma, una vez secuenciado el material genético de esas bacterias “un físico o un matemático puede buscar diferencias en la expresión de los genes y correlaciones, en diferentes organismos”.

Desde México

“En el grupo liderado por De Carvalho hay científicos de México, China, India, Italia, Grecia, Portugal, Eslovenia, Letonia y Reino Unido.

La investigadora mexicana Acely Garza integra el equipo.”

“Mi pasión son las proteínas, las máquinas microscópicas responsables de todas las funciones que hacen posible la vida”, señaló Garza a BBC Mundo.

“Las proteínas son cadenas de unos cuantos cientos de moléculas relativamente sencillas a las que llamamos aminoácidos. Todo lo que se necesitó para lograr la complejidad y la belleza de la vida en la Tierra fue mucho tiempo. Tiempo para variar a prueba y error el orden en que van los aminoácidos en las cadenas”.

“‘Éste es un hecho que me parece tan extraordinario y sorprendente hoy como el día en que abrí por primera vez un libro de bioquímica hace más de veinte años”.

Bioquímico argentino

El científico argentino Maximiliano Gutiérrez lidera otro grupo de trabajo sobre tuberculosis en el Instituto Francis Crick.

“Mi laboratorio trabaja específicamente en entender mejor las interacciones entre M. tuberculosis y las células humanas que infecta”, le explicó el investigador a BBC Mundo.

“Esto es importante porque M. tuberculosis es una bacteria intracelular que durante la infección vive dentro de nuestras células”.

“Particularmente estamos interesados en entender cómo las bacterias sobreviven dentro de las células del sistema inmune y los mecanismos que nuestras células utilizan para matar esas bacterias”.

Transparencia

El presupuesto anual del Instituto Francis Crick es de más de US$160 millones.

Los fondos son aportados en gran medida por las seis instituciones que juntaron esfuerzos para dar vida al Crick: el Medical Research Council, institución del gobierno británico, Cancer Research UK, Wellcome Trust, y las universidades londinenses Imperial College, University College London o UCL y Kings College.

En total el centro tendrá 120 grupos de trabajo, cada uno con un científico líder y fondos propios.

La idea es que esos grupos tengan la máxima libertad creativa posible.

El edificio mismo está diseñado para promover creatividad, cooperación y transparencia, con espacios llenos de luz y sitios comunes para estimular el intercambio de ideas.

“Pero no se puede obligar a la gente a trabajar junta y simplemente ponerlos en la misma habitación no quiere decir que vayan a colaborar”, advirtió en declaraciones a la prensa británica la profesora Jenny Southgate, investigadora de la Universidad de York en Inglaterra.

Southgate también refleja el temor de algunos científicos en el Reino Unido.

“Existe el riesgo de que quienes financian investigaciones ahora miren sólo hacia el Crick, aumentando la división que ya existe entre algunos pocos centros y el resto del país”.

Desde niños

El Crick también busca tener un impacto en la comunidad y alberga un laboratorio abierto a escuelas locales.

Tal vez allí surjan preguntas en mentes curiosas que algún día elijan como profesión la ciencia, al igual que Luiz de Carvalho, Acely Garza y Maximiliano Gutiérrez.

De Carvalho se apasionó de niño por la ciencia viendo la serie Cosmos y leyendo los innumerables libros que le compraba su tía. Maximiliano Gutiérrez, oriundo de la provincia de Mendoza, estudió enología en la escuela secundaria.

“Y me pareció fascinante el proceso de fermentación y pensar cómo diferentes científicos habían contribuido a entender un proceso biológico tan complejo”.

Garza siempre quiso entender desde pequeña “los porqués. De la naturaleza, del comportamiento de la gente, del funcionamiento de la sociedad. Tuve muy buenos maestros de ciencias naturales en la preparatoria, gente que me contagió su pasión”.

Lo mejor del Crick

Con el nombre de un premio Nobel y dirigido por otro, el Instituto Francis Crick tiene grandes ambiciones.

“Queremos contratar a los mejores y más comprometidos científicos para cada proyecto”, recalcó Luiz de Carvalho.

Qué es lo mejor de trabajar en “el Crick”?

“El edificio es grandioso y los laboratorios son increíbles pero lo más importante para mí son las mentes”, señaló el investigador brasileño.

“Mis colegas son algunos de los mejores científicos del mundo”.

“Poder aprender de ellos y trabajar con ellos es una experiencia fantástica y única”.

Fuente: BBC