Chandrasekhar, el joven que midió las estrellas pero al que nadie creyó porque los agujeros negros “eran imposibles”

La astronomía está llena de nombres ilustres, y hoy celebramos uno un poco difícil de pronunciar: Subrahmanyan Chandrasekhar. A los 19 años, este astrofísico descubrió lo que pasa con las enanas blancas cuando superan cierta masa. Nadie le hizo caso hasta que ganó el Nobel, 50 años después.

Corría el año 1930. Chandrasekhar se preparaba para viajar de su India natal a Reino Unido, donde comenzaría sus estudios de física bajo la tutela del astrónomo Ralph H. Fowler. En aquél entonces, Fowler y otros científicos de la época cómo Wilhelm Anderson trataban de explicar cómo es posible que las estrellas enanas blancas logren evitar el colapso gravitatorio.

Las estrellas se forman precisamente por colapso gravitatorio. Cuando una nube de materia interestelar alcanza un determinado nivel de compresión se desencadena una reacción termonuclear. La compresión gravitatoria continúa, pero una vez encendidas las estrellas de secuencia principal tipo G como nuestro Sol evitan el colapso gravitatorio gracias a las fuerzas de presión térmica que equilibran el sistema.

Las enanas blancas son diferentes. La presión térmica no es suficiente, así que tenía que haber otra fuerza en juego, y la principal teoría era que la presión generada por la propia degeneración de electrones era suficiente para mantener el sistema en equilibrio. Chandrasekhar decidió entretenerse durante el largo viaje en tren hasta Reino Unido revisando los cálculos y teorías al respecto.

Cuando llegó a Londres, el joven había resuelto la ecuación hidrostática y la ecuación de estado de Gas Fermi. En un solo viaje logró explicar qué ocurre con las enanas blancas cuando sobrepasan una determinada masa.

Su propia atracción gravitatoria es tan excesiva que se colapsan, formando otros remanentes estelares como las estrellas de neutrones o los agujeros negros. En algunos casos explotan violentamente formando un tipo de supernovas.

Chandrasekhar publicó sus resultados un año después, pero la comunidad científica se burló de ellos porque anticipaban la existencia de agujeros negros, algo sobre lo que ya se había teorizado pero que en aquel entonces se consideraba imposible. El estudiante tuvo un acalorado debate con el astrónomo británico Arthur Eddington, quien pasó a la historia por la siguiente frase:

La estrella seguirá emitiendo radiación y radiación, contrayéndose y contrayéndose hasta que alcance unos pocos kilómetros de radio. Cuando la gravedad sea lo bastante fuerte otra vez como para soportar la radiación, la estrella por fin podrá encontrar paz. Creo que existe alguna ley de la naturaleza que previene que una estrella se comporte de la absurda manera que usted propone.

Eddington, por supuesto, se equivocaba. los cálculos de Chandrasekhar eran correctos, pero la comunidad científica no se lo reconoció hasta mucho después, en 1983, cuando se convirtió en el primer astrofísico en ganar el premio Nobel. Hoy, la masa máxima que una estrella enana blanca puede soportar antes de colapsar se conoce como Límite de Chandrasekhar (equivale a 1,4 masas solares).

Tras irse a vivir a Estados Unidos, Chandrasekhar continuó contribuyendo en diferentes campos de la física y la astrofísica. Sus alumnos en la Universidad de Chicago le conocían como Chandra. Ese es el nombre que hoy lleva un observatorio espacial en órbita, y el nombre por el que le conoció uno de sus más queridos alumnos: Carl Sagan.

Fuente: gizmodo.com